Adaptación

Ambigüedad necesaria:
cotidianidad versus momentos.
Darnos lo que necesitamos
en medio de lo que nos sobra.
Sentados en el preciso instante
en el que se esconde el sol,
debo confesarte que no tenía ganas
ni de amanecer.
Tan doloroso es el pecado de soñar
como el golpe de la responsabilidad
que llega con los años.
Yacen nuestras mentes forzadas a ocuparse,
dentro de nuestro cuerpos
suplicantes por descanso.
Y aunque el espíritu se conecte al abrazo,
los pies adquieren vida propia
a través de la prisa.
Quiero respirar paz fuera del atraso
para ir a algún lado,
con alguien, para algo.
Detener el giro del eje en tus labios.
Amarte más allá de la vida real.

Caníbal

Voy a hacer y deshacer con la carne
y que la anosmia me proteja
con su santa bendición.
Es el acabose esta noche:
espectros sobre la cama,
astillas de huesos,
pellejos sueltos
y la historia que cobra vida
desde el tapiz rosa que eligió
y que grita desde las paredes
tu nombre, su nombre y el mío.

Me indulto de poder hacerlo
bajo la impía conciencia:
confesión de defensa propia.
Ahora, las papilas saltan
al sabor de la venganza,
plasma, plaquetas, glóbulos,
postres de buena noche
en medio de la locura.

Soy el destino de las culpas
que mis padres no se perdonaron.
Puedo golpearme el pecho
en honor a las apariencias,
mañana, en el culto de las doce,
y limpiar milimétricamente
las salpicaduras de mi descuido;
Mas no voy a pedir perdón,
porque el alma
de vez en cuando merece comer veneno
para limpiarse.
Ella y tú serán parte de mi cuerpo
y se irán con la piedad de la evacuación.

Prosa cotidiana femenina

Y se te pido que te pegues a mí,
es por una razón:
quiero que me cubras.
No temo a la noche, ni a su luna,
Temo a las bestias sedientas de inocencia,
a los dráculas del respeto,
a los bichos que nacieron
y que mucho tiempo se escondieron
como ‘bellas’ orugas, dentro de mi barrio,
de mi casa, de la uni, del colegio…

Si te pido que te quedes junto a mí,
no es porque quiera algo,
sino porque en ti confío.
Sé que tú presencia
pueda hacerlos arrepentirse
de abalanzarse,
de negarme el derecho a mi salud mental
por más tiempo,
de reconsiderar frotarse
contra mi cuerpo en un bus.

No me digas que exagero.
No sabes cuánto he callado
por pensar en quejas,
en ineficiencia,
en indefensión…
No sabes cuánto he sufrido
sin denunciar, por la estúpida y social presión…
No me digas que estamos iguales.
La ropa que me hace sentir bien
es a veces la que extasía
miradas ajenas y viles…

El lugar por el que anhelo reflexionar,
es solitario, oscuro y tiene ‘horas’…
¿Debo trabajar en mí?
¿Tengo errados los conceptos de la decencia?

Y si te pido que vengas hoy conmigo
es por una razón,
quiero estar viva y tranquila mañana…

Sin retorno

Esta vez, ni siquiera temo por mí.
Es la primera vez
que quisiera tan solo que me encuentres primero…
Y jamás pensé que te lo pediría,
Más, si puedes escoger, te pido ser yo lo que necesites.
Y proponer tal disparate podría ser un error,
pero, en otro tiempo…
No ahora, si sus ojos continúan mirando esta tierra.
Es que aquella retina tiene que seguir fijándose
en los árboles grandes,
en los animales pequeños,
en las esporas del polvo,
en otros ojos sin dueño.
Él que hace que florezca la tierra infértil,
tiene que quedarse.
Más, yo, que he cumplido con conocerlo
e interceder ante ti, debo irme.
Y, si decidieras dejarme,
que sea siempre para irme antes.
Déjalo pintar con sus palabras
las almas grises de quienes se tope.
Déjalo esculpir con su ejemplo
los espíritus nacientes de quienes halle.
Él, que hace que mi norte se ilumine,
dale más luz… Dale tu piedad.

Ablación

Privilegio de Occidente,
razón de horror del otro lado.
Placer desconocido en Oriente,
al otro extremo, no encontrado.

A alguien le han dicho donde quedaba.
Se ha sorprendido de no saber.
¿Cómo recordar lo que no estaba?
¿Cómo imaginar lo que nunca fue?

Le dijeron que era bautizo,
limpiarle el alma, purificación.
Le dijeron que su papá así lo quiso,
que no se discute lo que dice el varón.

El paraíso le fue arrebatado
aún cuando no balbuceaba ni ‘sol’.
Y ahora que quiere que la amen abajo,
no puede sentir allí el calor…

Le cuentan sus amigas ya en la universidad
a la que escapando de casa, ha podido entrar
que hay cosquillas y unicornios
que jamás verá…
Que sienten pena por ella,
porque tampoco pudo huir de la maldad.

Más, no se aflige sino que lucha
en nombre de ella y las demás
que se desangraron en aquel bautizo
que no llegaron su historia a contar…

Por si no vuelvo igual

De hojita en hojita
como migajas de pan
he soltado mensajes
que ojalá puedan llegar.
Por si me pierdo
puedas hallarme,
por si estoy en peligro
poder voltear.

Foto, ubicación y nombres,
sé que me debo anclar
por si el viaje fuera muy largo
porque quiero volver igual.
Que no parezca que temo
si algo sale mal,
que me acompañen tus lecciones
si quiero a ti regresar.

Bendición, pulsera o tatuaje
que me identifiquen si no estoy más.
Que sepas como visto y entonces
puedas saber donde iba a estar.
Me acompañan las amigas,
mi hermano, mi novio Juan o mi papá,
no te preocupes madre
si hay más de uno, van a dudar.

Pero, madre jura con tu alma,
por si no volviera igual,
que vas a luchar sin calma
para el destino de alguien más cambiar.

Éxtasis emocional

¡Corro, corro, corro!…Sí,
como si no hubiera más momento…
Siempre tarde,
siempre risa,
siempre ardiente.
¿Dije ardiente?

Tengo la felicidad puesta al grill
para cuando toque comérmela
junto a un atardecer soleado.

¡Corro, corro, corro!…Sí,
me detengo.
Saboreo lo que tiene la vida.
A prisa, de pronto, lento.
Así, como si no hubieran más ¡te espero!
No aguanto el reloj de pies quietos.
A ratos, me relajo aunque el estrés me envuelva.
Y en mí, pienso.
Pero, otra vez pienso y corro;
y corro y pienso.
Como si pudiera hacerlo más intenso…
Y a veces, respiro y me puede el silencio.
Y las lágrimas se derraman
durante un te amo tan humano y tan incierto.
Tan frágil y vulnerable,
tan tonto y voluble,
tan esperanzado y nada eterno,
que sale de los labios de quien he decidido amar.
Y me entrego:
al peligro del infarto,
del último soplo de vida,
a la casualidad, a la coincidencia,
a lo animal del cuerpo.

Hay ocasiones en las que en cambio,
tengo un buffet de quemeimportismo
servido a su mesa,
a vuestras mesas,
a tu mesa.
Oye bien, que no miento.
Nublados pedazos de mes
en los que apuesto a la tristeza y la pereza
de oír,
de ser,
de ver,
y amar…
Y no me amo ni en la pizca de sal
que brota de mi propia mirada
en tiempos de crisis,
en tiempos de llanto.
Y siento que nada merezco,
que soy chatarra, soy infierno.
¿Qué?…¿Qué pienso?
Que el humano cree ser de acero
y olvida que incluso llorar es bueno.
Y me declaro libre.
Y lloro ríos de caudal inmenso.
Y abro mis ojos para llorarle
a lo que no fue.
Pero, también para apreciar
`lo que está siendo’…
quien estoy siendo,
en quien me estoy convirtiendo,
y fijarme en qué sueños
ya estoy cumpliendo…

Menos títulos, más acción

Sí.
Llámame como a nadie has llamado.

No.
No me digas si vienes. Solo ven.

Sí.
Ya hicimos la trampa para la ley.

No.
Que las etiquetas queden para después.

 

Sí.
Siempre estamos listos.

No.
No me ovaciones. No lo necesito.

Sí.
Tú lo sabes, ya lo decidimos.

No.
Detente, no vayamos a fundirnos.

Y sí.
Sin palabras, y sin títulos.

No.
Y no te quedes mirándome fijo.

Sí.
Es mejor evitar cualquier indicio.

No.
No quiero enamorarme, no es propicio.

Y sí.
Directo a lo que vinimos.

No.
Sin ternura. Evitemos el compromiso.

Sí.
Estamos pensando lo mismo.

No.
Cinco minutos, debemos volver a vestirnos.

Como amigo

Jamás quise soltarte.
No obstante, te he perdido.
Asumo que es lo que más ha dolido…
Tú como mi amigo.

La complicidad de tu humor,
las conversaciones atadas a la galaxia,
la versión recurrente de un libre amor,
las lecturas de tus días entusiastas.

Jamás quise lanzarte.
No obstante, te he empujado.
Asumo que es lo que más me ha molestado.
Perderte en vez de alcanzarnos.

La subjetividad de tus actitudes,
tus planes tranquilos de domingo en casa,
reconocernos entre las multitudes,
tus amigos y toda su confianza.

Jamás quise apurarte.
Pero, te has marchado antes.
Asumo que es lo que más me hace pensarte.
Tú como aquella amistad entrañable.

Las fotos de las mil poses,
las bromas que hicimos en mil lugares,
la ciudad pintada de tus azules colores,
tus profundos, contados y útiles detalles.

Y jamás quiero olvidarte.
Aunque te empeñes en ir a Marte,
porque jamás ha sido un amigo amado
así como lo he hecho contigo, antes.

Llegada la hora…

Me doy por vencida
en el arte de vencer.
Tal vez, debo cambiarme de bando.
Y sí: volverme parte de los malos.

Me doy por perdida,
debo mudarme de fe.
Tal vez, la ternura no ayuda.
Y sí: volverme de hierro y cigarro.

Me doy por hundida,
en el arte de emerger.
Tal vez, de nadar me he cansado.
Y sí: ahogarme en paz ‘ha de ser’.

Me doy por abatida,
debo mudarme de mes.
Tal vez, solo es un capítulo pinchado.
Y sí: habrán mejores fechas, lo sé.

¿Cómo es que cayó el dominó asegurado?
¿Cómo es que lo dejé resbalarse del ayer?
¿Cómo es que no vi la trampa de costado?
¿Cómo es que saboteé mi felicidad otra vez?

Toca, que llegada la hora,
no sabemos qué hacer.
Preparar una fiesta demora,
¿y qué hacer cuando el que falta es él?…
Toca, que llegada la hora,
a improvisar debemos aprender.
Soplar sin deseos las velas,
quitarse la idea de un final al revés.

Toca, que llegada la hora,
no sabemos cómo reaccionar.
Preparamos comida, fauna y flora,
todo para festejar a un compás.
De pronto, no llega el que era,
¿con quién bailamos el vals?
Toca, obviarnos rituales de fiesta,
seguir alegrándonos por lo demás.

Toca, que llegada la hora
no sabemos qué responder.
Y al resto de invitados otrora
debemos saber como a barcos, mover.
Palabras elegantes en discursos,
copas de Brutt y jazz de pie,
tal vez bailar con poesía,
al resto le quite el estrés.

Toca, que llegada la hora
sabremos como salir después…
La práctica la ha dado la vida,
manuales de cómo afrontar una siguiente vez.