En todas las medidas posibles

A 180 grados dos cuerpos celestes 
A 16 en la habitación 
A 120 minutos del encuentro 
A 4 copas de la tentación 

A 2 horas de la plática de versos 
A 1 intento de controlar la pasión 
A 7 centímetros del primer beso 
A 3 caricias al borde de la ilusión 

A 2 destinos sin ley ni dueño 
A 2 mantras de desinhibir 
A 3 encuentros luego del sueño 
A 1 desayuno antes de repetir 

A 27 horas de vernos, 
A 5 más de compartir
A 4 entre desafíos y retos
30 minutos antes de partir 

A 1 libro olvidado de pronto 
A 1 mensaje antes de morir
A 100 recuerdos que me remonto 
A 130 días de verte reír



Piedad a destiempo

Eras otro.
Éramos otros.
Ahora extraños,
tuertos de espíritu.

Era otra.
Éramos otros.
Antes almas fundidas,
carne en frenesí.

Eres lo que han hecho de ti, mis años.
Soy lo que has hecho de mi, contigo.

Me vi pasar, sin recuperarme.
Dejé que la ingenuidad me abrace.
Y la costumbre se abrió paso
y ennegreció el camino, nuestra paz.

Frente al río, sostengo tu mano.
Me miras como encontrándote en la ceguera.
Y me agarra las piernas, la temida pregunta
¿qué hizo tu actual yo con lo que era mío?

Frente al río, con todas tus arrugas,
me tiendes el brazo sobre la cintura.
Y me arrojas lentamente en un empujón.
Te lo he pedido. Se acaba todo.

Te miro ansiosa y te encuentro,
en la piedad de un matón.
Me agarra ipso facto tu cansancio,
me pide que me quede. Te dices que no puedes.

Es la quinta vez en este mes.
Te odio, me odias.
Te amo, traspasando mis siete vidas.
Me amas, escondiendo el traje a la muerte.

Volvemos a casa.
El cabello del pasado vuela hacia la calle.
La altretamina deja sus huellas.
Me duele el cuerpo, me dueles tú.

Y te odio
porque pareces amarme cada vez más.
Viejo bruto, viejo tonto,
déjame marchar con el sufrimiento,
a su compás.

No vengas conmigo,
pierde la paciencia y la calma.

Me duermo.
Y en el trance de mis recuerdos,
estamos los dos suspendidos en el cielo.
Corren por allí nuestros hijos,
nuestros nietos.

No me cures más,
sé grosero.
Deja que se me seque el verso.
No me des más de beber.

Deja que me acabe.
Conjuga tu maldad sobre mi cama.
Ahógame con la almohada.
No quiero pedirte más nada.

Solo tu piedad a tiempo,
y tu decisión descascarada de amor.
Eso sí, guárdame el secreto.
Debo morir yo para que vivas vos.

Natural-esa

¡Todo les parece tan normal!
¡Que les cae del espacio,
que les brota del aire!

¡Todo les parece cotidiano.
Que les llegue a la mesa,
que se lo sirvan entero!

¿Qué hay detrás?
¿Y al frente?
¿Qué hay debajo?
¿Y en sus mentes?

Recursos inagotables.
A sus anchas, a sus largas.
No imaginan lo inevitable,
van a matarse por el agua.

Y yo, yo los miro a 360 grados.

Soy la natural-esa,
a la que le vibra el suelo
para que tu siembres y comas.

Soy tu naturaleza,
aquella que te brinda amaneceres,
la que te lleva el sol a la alcoba.

Soy la natural-esa,
que te provee sin mezquinar.
Soy tu naturaleza,
esa que intentas cuidar.

Mas, se te ha ido de las manos todo ya:
el tiempo,
las leyes,
la vida,
las maneras.
Se te han ido las ganas,
porque nada basta.

Y finges tranquilidad de conciencia.
obviando el sorbete.
Mientras lavas la ropa desperdicias
62 litros de agua
y me lanzas el tóxico detergente.

Y finges que limpias mis playas,
mientras tomas un crucero al Caribe.
Y aquella agua gris de la sentina,
acaba en el fondo de mi mar mientras ríes.

Dices que no botas papeles,
pero compras plástico y metal.
Dices que no contaminas,
pero no sabes la hora adquirir más.

Tu estilo de vida en mi casa,
lo sabes, no cambiará.
La natural-esa
más tarde que temprano renunciará.

Mientras camina e intenta.
Te veo y aplaudo desde acá.
Mírame en cada paso,
aprende a amarme ya.

Me acabo y aunque despacio,
aprecio tu esfuerzo hasta el final.
Encárgate de retribuirme el ocaso
con la actitud de reusar.
Soy tu naturaleza,
tu refugio, tu llegada,
tu fortaleza y sin juzgar,
no soy esa
a quien puedes renunciar.

Prosa cotidiana femenina

Y se te pido que te pegues a mí,
es por una razón:
quiero que me cubras.
No temo a la noche, ni a su luna,
Temo a las bestias sedientas de inocencia,
a los dráculas del respeto,
a los bichos que nacieron
y que mucho tiempo se escondieron
como ‘bellas’ orugas, dentro de mi barrio,
de mi casa, de la uni, del colegio…

Si te pido que te quedes junto a mí,
no es porque quiera algo,
sino porque en ti confío.
Sé que tú presencia
pueda hacerlos arrepentirse
de abalanzarse,
de negarme el derecho a mi salud mental
por más tiempo,
de reconsiderar frotarse
contra mi cuerpo en un bus.

No me digas que exagero.
No sabes cuánto he callado
por pensar en quejas,
en ineficiencia,
en indefensión…
No sabes cuánto he sufrido
sin denunciar, por la estúpida y social presión…
No me digas que estamos iguales.
La ropa que me hace sentir bien
es a veces la que extasía
miradas ajenas y viles…

El lugar por el que anhelo reflexionar,
es solitario, oscuro y tiene ‘horas’…
¿Debo trabajar en mí?
¿Tengo errados los conceptos de la decencia?

Y si te pido que vengas hoy conmigo
es por una razón,
quiero estar viva y tranquila mañana…

Chisporroteo

Todo lo que es bueno
comienza en el fuego:
en el arte de encenderme
en la idea que pretendo.
Y la delicia de aquel plato
se concibe en el ‘silencio’
de una cocina ruidosa
en la que el calor es maestro.

Cada trozo, monumento.
Cada corte, congelado momento.
Cada gota, un sabor, un efecto.
Cada detalle, un pensamiento perfecto.

Soy creación, creador y creado:
bebidas y alimentos conjugados.
Soy aprendiz, docente y ayudante:
frescura y obstinación embriagante.
Soy el sonar del aceite,
la masa que se menea ardiente.
Soy la sangre que el vegetal derrama,
soy el olor penetrante de una rama.

Cada decisión, emprendimiento.
Cada prueba, un hilo de recuerdos.
Cada mezcla, mi mejor invento.
Cada toque, mi propio poema en verso.

¡Bendita magia del cocinero!
Convertir lo crudo, hacerlo bueno.
¡Benditas manos del cocinero!
Dominar el arte de los intentos.
¡Bendita lengua del cocinero!
Alcanzar el equilibrio con los dedos.
¡Bendito oído del cocinero!
Disfrutar del delicioso chisporroteo.

A la calle

¡Mamá, le toca ir a Jazmín!
¡Mamá, no me mande a mí!
¡Mamá, ella puede ser así!
¡Mamá, como yo no puedo!

Papá, prefiero contigo ir.
Papá, no me mandes al ruedo.
Papá, si te ruego a ti,
¿evito irme sola al pueblo?

La mama se enfureció.
El papa cerrado en celos.
¿Tenemos que rogarte a vos?
¡Harás lo que no podemos!

Entonces bajo cabeza,
y la escondo entre mis huesos.
Me digo que solo es un rato,
voy acostumbrando al cuerpo.

Entonces camino más,
y voy a la tienda de Pedro.
Me dice que no me cobra na’,
si me dejo tocar y le doy besos.

Regreso con mamá y papá,
me guardo los centavos sueltos.
Quiero ahorrar para huir de acá
no aguanto más este tormento.

Ablación

Privilegio de Occidente,
razón de horror del otro lado.
Placer desconocido en Oriente,
al otro extremo, no encontrado.

A alguien le han dicho donde quedaba.
Se ha sorprendido de no saber.
¿Cómo recordar lo que no estaba?
¿Cómo imaginar lo que nunca fue?

Le dijeron que era bautizo,
limpiarle el alma, purificación.
Le dijeron que su papá así lo quiso,
que no se discute lo que dice el varón.

El paraíso le fue arrebatado
aún cuando no balbuceaba ni ‘sol’.
Y ahora que quiere que la amen abajo,
no puede sentir allí el calor…

Le cuentan sus amigas ya en la universidad
a la que escapando de casa, ha podido entrar
que hay cosquillas y unicornios
que jamás verá…
Que sienten pena por ella,
porque tampoco pudo huir de la maldad.

Más, no se aflige sino que lucha
en nombre de ella y las demás
que se desangraron en aquel bautizo
que no llegaron su historia a contar…

Medianoche

A las doce es la misma noche.
A las doce todo sigue igual.
Y mientras unos celebran el ‘derroche’
otros están sin algo para masticar.

A las doce son las mismas ganas,
el mismo deseo de superar,
lo que antes de la hora se negaba,
lo que inspira el otro año a luchar.

A las doce están aún calientes,
los anhelos para colgar
en nuestro ansioso futuro-presente,
en nuestro próximo día final.

A las doce se marca el inicio
aunque no haya donde marcar
porque todo es invento ficticio
para la cuenta de la vida, llevar.

Y a las doce prometo de nuevo,
a mis doce me lleno de paz.
A las doce doy abrazos sinceros,
que puedan mis culpas calmar.

Medianoche que vivo como quiero,
respirando mis ganas de escalar.
Para todos mis mejores deseos
en lo espiritual, lo familiar, lo laboral.

¡Feliz medianoche del 31 mis queridos lectores!

Entre parecer y no ser

Tejeré la mentira
para tener al final,
una manta bonita
de aparente bondad.

Educaré mis pupilas
para que al voltear,
la apatían disimulen
y pueda volver a jugar.

Arrullaré a mi niña
hasta hacerla dormir,
y disimularé mis ganas
de intentar ser feliz.

Pintaré mis labios,
fingiré reír.
Me alegraré por la vida
aunque me quiera morir.

Y aprenderé de este mundo
de ‘pareceres’ que ‘hacen’.
Y tomaré nota fiel
de alguna trampa para un pase.

Y me quedaré con prudencia
para buscar alquiler,
en alguna nueva conciencia
que me adapte a parecer y no ser.

Porque , lo verídico de la opinión
es que te sientes en paz.
Pero, al pretexto de la razón
nadie le puede fallar.

Más, si al entorno adaptarme quiero,
debo dejar atrás,
la nobleza de ser sincero
y regocijarme en la falsedad.

Repaso

He repasado la historia cientos de veces
y no logro encontrar el punto final.
Pusimos comas donde había que descansar.
Un par de comillas a lo que había que resaltar.
Pero, subrayamos lo innecesario.
Y no terminamos de argumentar.

¿Lo nuestro?
Un ensayo con una tesis que no derivó.
Las preguntas que estos pasantes del amor
no respondieron.
Ejemplos que no se ataban a la realidad.
Y conclusiones que apresuradas surgieron.

Y aquellos titubeos
fueron homicidas involuntarios.
Y aquellas dudas,
asesinas hoy aún sin perdón.
Tal vez si hubiéramos apresurado el proceso…
¡Qué digo!…
Nada hubiese detenido el cataclismo posterior.

No obstante, sé que pudimos hacerlo mejor.
Que tuvo que pasar todo eso entre los dos
para aprender con justa razón.
Y hoy sé que las intenciones siempre son buenas.
Quien ama no busca dañar otro corazón.
Pero, en el camino nos topamos con mil piedras.
Y nos distraemos de inmediato
en el pasado que nos dañó.

He comprendido que la soledad es necesaria.
Y que convertirnos en uno,
es primero ser dos.
Hemos visto que la espera no es más mala,
que tiene muchas ventajas en esta estación.
Y aunque los tickets puedan no tener viaje de regreso,
sé que habremos aprendido la lección
y sabremos en un futuro ofrecer a alguien más
todo el trabajo de nuestra mejor versión.