Frío en el más allá

Este es el manifiesto,
de mi alma y de mi cuerpo:

Si me muero,
cubridme la piel.
Viva he temido al frío,
siempre al calor fiel.

Y si muero,
organizadme una fiesta;
que la gente me regale
una sonrisa entre la tristeza.

Y si muero, traed para beber,
un whisky fino, tal véz escocés.
Y que los hielos enfríen,
el dolor del ser.

Envolved mi cuerpo,
dejad el ataúd cubierto.
Pintad mi rostro,
pero dejadme los ojos abiertos.

Y si muero,
tocad la canción de sonido incierto,
para gastar en la eternidad
el tiempo en componer un concierto.

Comed en la cena,
tomad muchas fotos.
Salid a la lluvia,
haced alboroto.

Que se va mi cuerpo en este manifiesto.
Como última voluntad, es lo que decreto.
Que se va mis vida en este escrito terco.
Como última voluntad, esto es lo que quiero.

Mío, latino

Quiero bailarte
y que mis caderas
te hagan tocar el cielo…
Y el ritmo de los bongos
te retumbe en los sesos.
Y el exceso de reggae
toque las puertas
de tus anhelos.

Quiero moverme,
alrededor de tu cuerpo
con un meregue.
Sostenerte la cara
mientras sudamos
y que el condescendiente
ritmo africano,
nos extasíe,
nos conecte a lo que amamos.

Y dejarme conquistar
con aquellos piropos
sobre mi piel canela…
Y aguantar meneándome
¡la noche entera!
Disfrutar del compás
de tus pies de cera,
dando vueltas,
en toda la escena.

Y encontrarte,
en el ritmo latino
de una cumbia vieja.
Entender y saborear
mientras me pego a ti,
su letra…
Hablarte de las cosas
que a ti te esperan,
saliendo conmigo
de esta discoteca.

Mío latino,
salimos a dejar
nuestras penas en olvido…
Dominamos los pasos,
inventamos lo «fino».
Tenemos ritmo en la sangre
sinvergüenzas sin tino..

Ante el mal…

Un ramillete de hierbas
se sacude sobre mis piernas.
Y mi abuelita está atenta;
me han embrujado la cabeza…

Una pulserita roja
para el mal de ojo.
Dicen que por eso se nota
en mi rostro el enojo.

Un buen té de valeriana
para mi susto de anciana.
Y un rosario sobre mi cama
para que nadie me «hale las patas»

Y por último…

Un huevo rosado,
pasa por un costado.
Me limpia la mala vibra
que me llega de todo el barrio.

Y aunque suena inexplicable,
lo que aún no es comprobable,
mil brebajes y tradiciones después
logro por fin recuperarme…

Y en la hierbaluisa de la tarde,
que parece hacer algún alarde,
se reúnen a pequeños y grandes
para las tradiciones contarles.