Ayúdame a morir

Dolor, estupor…Estoy inerte.
Ha llegado la hora.
¿Miedo, mi bien?…Suerte.
El final no demora.
Te necesito.
¿Puedes no quererme?

Sudor y un hedor fuerte.
Tú, mi valiente en mente.
¿Me darás una mano
cuando te pida la muerte?
Y solicito, también,
me muestres los dientes.
Como la primera sonrisa
allá por el cincuenta y siete.

Concentración y calma.
Necesito tu paz y tu olor.
Acaríciame de las manos, las palmas,
ten piedad de mi extenso dolor.
Y no temas,
contigo está mi amor.

Frío. Calor. Gotas.
¿Serás capaz de colgar mis botas?
Te busco porque has sido mi compañero.
De todas mis aventuras, el primero.
Solo pido descanso.
¿En eso hay algo de malo?
Solo ruego que no lo juzguen,
puedo dar fe de haberlo amado.

A menudo. Mañana. Siempre. Otra vez.
Que te llamarán culpable, lo sé.
Que podrás enfrentarlo, quizás.
Que voy a protegerte, desde allá.
Envíame al cielo o al infierno,
todo es mejor que el sufrimiento.
Desvía este tren de un solo pasajero,
déjame morir – por favor – lo anhelo…

Tic tac, zigzag

Costear mi angustia,
cotizar mi espera.
Expectativas mustias…
Mi mente, paz anhela.

¿Cuánto más gasto?
¿Cuánto más valen?
Vacíos y bastos
segundos con traje.

Tengo que cruzarte
tiempo de abismos,
y más bien respetarte,
como conmigo mismo.

Pero ¿cuántos tic tac
son aquellas horas?
Más, ¿camina en zig zag
la respuesta que demora?

Me muero de miedo:
Vil expectativa.
¿Qué es lo correcto?:
Raras perspectivas.

Alcanza mi mano
aún la distancia.
Dame un mensaje vago,
que traduzca mis ansias.

Haz más llevadera
mi pregunta mortal
Abráceme quien pueda,
lo voy a necesitar.

Y tic, tac que pasen ya.
Y que el zigzag no me desvíe más.
Y tic, tac que llegue ya.
Que el zigzag no me maree más.