Me preguntaba si quiero olvidarte dejar de buscarte en todos los rostros, en todas las partes si, de verdad, quiero alejarme Me preguntaba si quiero marcharme si quiero arrancarte, dejar de pensarte, si 24/7 anhelo abrazarte Me preguntaba si quiero olvidarte...
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Pianísimo
No necesitamos fuego nuestras vibraciones encienden las velas Las paredes de la ducha se pintan de amarillo deseo tus pies sobre los míos tus labios húmedos sobre mi cuello tus manos que acarician mi rostro sobre el aire tus ojos caramelo que me miran congelando todos los momentos y se unen el infinito y nuestros suspiros y una cascada de mágicas gotas une todos tus lunares Y mientras todo eso sucede una playlist de besos me recorre En cada roce un acorde nuevo El tempo lo llevan tus dedos sobre mi cuerpo y tu reflejo Hay un pentagrama vacío que espera tu destreza y me dibujas lentamente las claves, dejas caer corcheas sobre mis pliegues vas sintiendo las blancas sobre mis pechos y marcando calderones entre mis piernas Despacito, piano, piano, ¡pianísimo!... Y allí, mientras suena Forniés, Forch, Mallen o Merrall Estamos tú y yo creando otras melodías, a veces forte ¡Forte piano! ¡Crescendo! A veces sforzando, piano o ¡pianississimo! Mientras el reloj observa nuestras vidas y nos da permiso para saltarnos sus segundos... Vuelve a leer este poema con la canción que escojas de la siguiente playlist de fondo: https://spoti.fi/402NwtE
Asumiendo
Respirar y hundirme.
Hasta donde aguanten los pulmones,
Hasta donde se agite mi voz
en la mitad de la garganta
y mi cerebro la calle de golpe
con el deseo de partir.
En lo profundo de las aguas negras
de la soledad,
allí quiero quedarme un rato.
Inmóvil, atenta, extraña,
fuera de mí…
Contarme la historia en tercera persona.
Verme en el futuro de un espíritu vago,
apreciarme desde el musgo de aquel lago
y dejarme ser, dejarme morir.
Respirar y hundirme.
Tragar toda el agua,
dejarme hinchar por las penas,
soltarme a la soledad,
apreciarme como el pedazo de carne
que soy, que sin lenguaje, ni contexto
no soy más que eso.
Que se entienda, soy construcción de los demás.
Un nacimiento sin nombre,
un humano propuesto
por el pensamiento de alguien más.
Respirar y hundirme
dejando atadas dos anclas
de peso infinito en los tobillos
para no volver.
Me percibí en la utilidad del tiempo
para alguien que pronunciaba mi nombre
desde su necesidad.
Ahora, parece que no existen más llamados.
Y entonces, debo respirar y hundirme,
e irme en la calma del nado de un pez,
en el caminar de un molusco pegado a la piedra,
en el viaje infinito de plancton suelto,
en el reflejo del sol de media tarde,
en el sosiego de no sentirme mas parte
de un aquí.